viernes, 24 de febrero de 2012

CUANDO GOTAS DE AGUA SE CONVIERTEN EN UN GRAN RIO

Muy entrada la tarde de aquel 10 de febrero, cuando la calor ya iba menguando y no ofrecía resistencia, la Plaza 2 de Mayo del Cercado de Lima lucia un marco humano impresionante. Miles de manifestantes –muchos que iniciaron su recorrido el 1º de febrero último en las alturas de Cajamarca, sierra norte del Perú- se juntaron con otros para protestar frente a los que atentan contra el ecosistema y la vida.

Cual profecía de Isaías (55, 10-11) las gotas de agua personalizadas, que bajaron desde las alturas de Celendín, Bambamarca, Hualgayoc, San Marcos, Santiago de Chuco y otros poblados cajamarquinos se fueron sumando en el camino y empezaron a deslizarse avivando la vida a su paso al juntarse con otras de Lambayeque, La Libertad, Ancash, hasta convertirse en riachuelos y hacer de la Plaza 2 de Mayo un gran contenedor a punto de ceder.

Ahí se congregaron personas, impacientes para empezar la movilización, con carteles en manos, otros agitaban sus banderolas, muchos coreaban cantos de protesta. La Plaza 2 de Mayo mostraba su mejor rostro, fue como en sus mejores momentos, tiempo de lucha del movimiento obrero y popular.

José y José María junto a su pueblo

Y comenzó el desborde hasta convertirse nuevamente en un río humano y recorrer la gran ciudad. Una persona encadenada a una cruz, que simbolizaba el sufrimiento de los pueblos, presidía la movilización por la vida. Muchos agentes pastorales lo siguieron y sintieron en esta movilización el espíritu valiente y fiel de Mons. JOSÉ DAMMERT, obispo emérito de Cajamarca. Ellos estaban convencidos -que el querido y recordado pastor comprometido con las necesidades de su pueblo- caminaba entre ellos.

De este modo, en las calles limeñas el río se hacía hablador, agitaba consignas a favor de la vida: "El agua es vida, el oro no es comida"; “Por vida digna: agua, tierra y semilla”, "Hay oro, hay cobre y el pueblo sigue pobre"; “El agua es vida, cuidémosla, no la contamines”, “El agua es don de Dios y derecho de los pueblos”, “Sin oro se vive, sin agua se muere”, "Conga no va", etc.

Ríos de agua constituidos por niñas/os, jóvenes y adultos. Rostros de personas, con sombreros y mascaras se juntaban con otros rostros llegados de Arequipa, Apurímac, Junín, Yauyos, Ica y Moquegua. Venían –también- a sumar el caudal, rostros de limeños, estudiantes de las universidades Católica y Agraria, del Colegio de Ingenieros del Perú, Pax Christi, Equipos Docentes y gentes de las “varias Limas”. Además, trabajadoras del hogar, de SEDAPAL, mujeres de comedores populares y diversas organizaciones sociales, políticas, sindicales, entre otras.

Así se fueron desplazando por las avenidas la Colmena, Wilson, Bolivia, Paseo de la República, Grau, Abancay y Nicolás de Piérola. La marcha se convirtió en un colorido pasacalle, multiétnico, tal cual lo definió JOSÉ MARÍA ARGUEDAS: una expresión de fiesta y exigencia por la dignidad y la vida. Lima se vio obligada a aprender que el agua es fundamental para la vida, que si no tomamos conciencia la misma Lima puede quedar desértica. De este modo, la Plaza San Martín de convirtió en un gran lago humano.

"Esta es la voz del pueblo y que se cumpla"

Al evento llegaron varios congresistas. Natali Condori, por Tacna; Jaime Valencia, por Moquegua; Verónika Mendoza y Rubén Coa, por Cusco. También Claudia Coari, por Puno; Jorge Rimarachín, por Cajamarca; y Javier Diez Canseco, por Lima. Además, Alberto Adrianzén, del Parlamento Andino. Ellos se solidarizaron con los marchantes y recibieron de manos de los organizadores de la Marcha -P. Marco Arana, presidente y fundador del movimiento Tierra y Libertad; Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca; y Wilfredo Saavedra, presidente del Frente de Defensa de los intereses de Cajamarca- los proyectos de ley para gestionarlos en el Congreso.

Esta iniciativa pretende impedir la minería en cabeceras de cuencas hidrográficas y glaciares; y, en segundo lugar, a la par que el modelo europeo, busca prohibir la minería de tajo abierto, así como también el uso de mercurio y cianuro en las explotaciones mineras. Acompañando a esta iniciativa popular, está el proyecto de reforma constitucional para que el agua sea considerada derecho fundamental de las personas y que no pueda haber propiedad privada sobre el agua.

La agenda pendiente

Al inicio la marcha que fue vaticinada, por el poder económico y político, como una derrota; sin embargo, se equivocaron, ya que resultó todo un éxito. Sin embargo, este poder fáctico, aun tenía una carta ganadora bajo la manga: el camarada Artemio.
El secreto a voces -semanas antes- de la captura de Artemio se dio “milagrosamente” y coincidió con la realización de la marcha, que la opacó mediáticamente. Simultáneamente, esta arremetida de la Sociedad Nacional de Minería se da en los grandes medios de comunicación vía spots publicitarios desde antes de la marcha hasta hoy. Así una victoria política se convirtió en los medios en una derrota “de unos cuantos marchantes que no quieren el desarrollo del país”. Entonces, ¿qué queda por hacer, para los que amamos al Perú y no queremos verla convertido en un gran campamento minero?, pues aquí algunas pistas…

  • Si el agua se estanca se malogra; por lo tanto, que el gran lago de la plaza San Martin, vuelva nuevamente a fluir como un gran rio para que hable con fuerza y aniden en las conciencias de las personas. Esto no es sencillo, debe formar parte de un proceso pedagógico de largo aliento.
  • El Tribunal de Justicia Hídrica, que ha formulado sanciones éticas a las compañías mineras, debe ser asumido por la sociedad civil organizada. Esta debe dar el salto de las sanciones éticas a las sentencias éticas-legales; vía auditoria del ejercicio e impacto socio-ambiental de la actividad minera en el lugar donde se realizó la extracción.
  • Que la sociedad civil ejerza su derecho ciudadano y se convierta en celosos vigilantes de las iniciativas presentadas al Congreso de la Republica para que se dé curso a estos pedidos.
  • Reivindicar el derecho a ser consultados. Esto nos permitirá a tener la oportunidad de decidir el modelo de desarrollo que deseamos seguir.
  • Tomar conciencia que nuestro compromiso y acciones nos convierte en artesanos que aportan a la gobernabilidad.
  • Contribuir hacia una nueva cultura del agua, que tome en cuenta la sabiduría de las culturas ancestrales de prudencia y respeto de la naturaleza. Esto debe ser asumido como fundamento para una gestión integrada y equitativa del recurso hídrico.

“Los pobres y los humildes buscan agua, pero no encuentran y se les seca la lengua de sed. Pero yo, Dios de Israel, no los abandonaré. Yo, Yavé, los escucharé. Haré brotar ríos en los cerros pelados y vertientes en medio de los valles. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra seca en manantiales”. (Is. 41,17- 18) Una promesa y una esperanza que no debemos olvidar. (Walter Powosino G.)